Apenas hemos empezado a observar las frecuencias que provienen del cielo y del espacio exterior. El programa SETI intensifica día a día su capacidad de análisis de datos en la búsqueda de inteligencia extraterrestre.
La señal más famosa en la historia de SETI se detectó la noche del 15 de agosto de 1977 en el observatorio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio. Esa noche, como siempre en el observatorio, se rastreaba el cielo buscando señales y las observaciones se grababan en una hoja de papel. Una larga lista de letras y números era imprimida continuamente, una larga cadena para cada uno de los 50 canales barridos por el telescopio. Una serie de caracteres parecían registrar una transmisión inusual en la frecuencia: En la lista podemos leer: 6EQUJ5.
Esto sobresaltó a Jerry Ehman, voluntario de Big Ear y profesor de la Universidad Franklin en Columbus, que estaba monitoreando las lecturas aquella noche. Hizo un círculo sobre el código para poder encontrarlo más tarde y añadió un único comentario en los márgenes “Wow!” La señal ha entrado en la historia de SETI como la “señal Wow!”.
La señal más famosa en la historia de SETI se detectó la noche del 15 de agosto de 1977 en el observatorio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio. Esa noche, como siempre en el observatorio, se rastreaba el cielo buscando señales y las observaciones se grababan en una hoja de papel. Una larga lista de letras y números era imprimida continuamente, una larga cadena para cada uno de los 50 canales barridos por el telescopio. Una serie de caracteres parecían registrar una transmisión inusual en la frecuencia: En la lista podemos leer: 6EQUJ5.
Esto sobresaltó a Jerry Ehman, voluntario de Big Ear y profesor de la Universidad Franklin en Columbus, que estaba monitoreando las lecturas aquella noche. Hizo un círculo sobre el código para poder encontrarlo más tarde y añadió un único comentario en los márgenes “Wow!” La señal ha entrado en la historia de SETI como la “señal Wow!”.
Hace cincuenta años Frank Drake, un radioastrónomo, tuvo la idea de buscar comunicaciones extraterrestres en el espacio. Dirigió la primera búsqueda de señales de microondas de radio provenientes de otros sistemas solares, apuntando durante dos meses una antena de 26 metros hacia dos estrellas cercanas similares al Sol. Fue el proyecto Ozma.
Un año antes (1959) los físicos Giuseppe Cocconi y Philip Morrison habían publicado un artículo en la revista Nature, en donde proponían buscar en el espacio microondas de radio, que tendrían supuestamente gran potencial para la comunicación entre estrellas. A esa misma conclusión había llegado Drake de manera independiente, lo que lo impulsó a comenzar con el experimento que hoy se conoce como SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence) o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre...
El receptor usado por Drake era de un canal y rastreó la frecuencia de los 1.420 Mhz, correspondiente a la línea del Hidrógeno Neutro y que también había sido recomendada por Cocconi y Morrison por su significado astronómico. Drake no logró detectar nada que pudiese tener un origen extraterrestre, pero consiguió llamar la atención de la comunidad astronómica y, especialmente, de la Unión Soviética.
En la década de los 60 fueron estos últimos los principales impulsores de las búsquedas SETI, utilizando antenas que eran casi omnidireccionales para observar grandes extensiones del cielo que les permitieran descubrir alguna que otra civilización avanzada.
En la década de los 70 Estados Unidos empezó con este tipo de proyectos, siendo la NASA la principal impulsora en el desarrollo de la tecnología necesaria para realizar búsquedas más efectivas.
En todos estos años ha habido distintos proyectos paralelos, que no han logrado dar con señal alguna cuyo origen sea claramente extraterrestre, aunque hasta el día de hoy existe una señal que no ha logrado ser descifrada, la que hemos comentado antes, la “Señal WOW!“.
La historia más reciente en torno a la búsqueda de señales extraterrestres es más conocida, sobre todo gracias al proyecto SETI@Home que, por medio de la computación distribuida, hace uso de los tiempos muertos de los computadores para procesar la información proveniente del radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico).
En la actualidad existen unos cinco millones de usuarios que participan del proyecto, que tiene el nombre de BOINC, contribuyendo con 19.000 millones de horas computadora. En todos estos años se logró identificar sólo una señal como candidata para un estudio más acabado, esta se denomina HGb02+14a y se origina en la constelación de Piscis y Aries; a una distancia de 1.000 años luz de la Tierra. Aún así, estas señales se mantienen como un misterio.
Fuente: Cosmos magazine
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