martes, 14 de diciembre de 2010

Miedo

Ayer tuve miedo… y todavía perdura. Estaba en la piscina con mi hijo pequeño, de tres años. Mientras él está en el curso de natación yo aprovecho para hacer unos largos. Sus compañeros de clase, un poco más mayores, se atreven ya sin el flotador de espagueti. El profesor los vigila, son tres, el mío solo en un extremo de la piscina, con su ánimo de imitación, lógico a su edad, los quiere seguir. Acabo de terminar una serie de largos y me paro. Lo miro, me gusta verlo y ¡veo que suelta del borde de la piscina! su profesor no se da cuenta, ni el socorrista tampoco. Salto del agua al borde. Corro. Me tiro a su lado. Lo saco y lo abrazo mientras tose y saca todo el agua que ha tragado.
Llega su profesor y el socorrista
-      ¡Se ha soltado!. ¡Le he dejado agarrado al borde!
-      Si, lo he visto.
Mañana hablaré con el para que esté un poco más vigilante. Con tres años intentan imitar todo, sin darse cuenta del riesgo.
Lo reconozco. He tenido miedo. Si hubiese estado en la otra punta de la piscina, o no hubiese parado en ese momento quizá…No quiero pensarlo más. Cuando lo vuelva a ver lo abrazaré de nuevo. Se que a él le gusta, y se que yo lo necesito.

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